¿Qué es Abioncillo?
Abioncillo de Calatañazor es un pueblo de la provincia de Soria, en el que los alumnos de 3º de Secundaria al principio y los de 4º después, pasan una semana, desde hace ya 30 años.
Las instalaciones que utilizamos en Abioncillo pertenecen a la Cooperativa del Río, una cooperativa de docentes que lleva recibiendo alumnos desde hace casi 40 años.
¿Por qué van nuestros alumnos a Abioncillo?
Buscamos tres objetivos principales en esta estancia de cinco días en una aldea perdida de tierras soriana.
Por un lado, los recursos educativos que ofrece la provincia de Soria, son de un enorme valor. Permiten abordar contenidos de Biología, Geología, Geografía, Historia, Arte, Literatura y Dibujo de una manera diferente e interdisciplinar.
El pueblo está a orillas del río Abión, de ahí su nombre y está a:
- 4 Km del nacimiento del río, La Fuentona de Muriel, Monumento Natural.
- 4,6 Km del pueblo de Calatañazor, declarado Conjunto Histórico-Artístico Nacional en 1962.
- 37 Km del Parque Natural el Cañón del Río Lobos.
- 49 Km del Parque Natural de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión.
- 50 Km del Castillo de Gormaz, antigua fortaleza califal, declarado Monumento Nacional.
- 33 Km de El Burgo de Osma, Villa de interés turístico y Conjunto Histórico – Artístico.
- 30 Km de la capital, Soria, con un rico patrimonio cultural y artístico: Monasterio de San Juan de Duero, Iglesia de Santo Domingo, aula de Machado, entre otros.
A lo largo de la semana vamos haciendo distintos itinerarios por el monte, adentrándonos en el bosque, estudiando la vegetación y la fauna, visitando pueblos, castillos o monasterios, incluso dibujando los arcos de su claustro y tomando nota siempre de las observaciones en un cuaderno de campo.
Con toda esta riqueza paisajística y artística, es difícil no movilizar las mentes y los corazones de nuestros chicos y chicas que se sorprenden ante lo evidente.
Por otro lado, hay un objetivo convivencial. En este hábitat tan diferente de su entorno habitual, sin centros comerciales, sin coches, sin locales de ocio, sin pantallas, sin padres, sin aulas clásicas, sin gimnasios… todas las miradas se vuelven hacia los compañeros.
El grupo se reúne para hacer un fuego de campamento, a veces en medio de un bosque nevado donde, si hay buena luna, se pueden apreciar huellas de animales.
Otra noche tocan juegos en la “sala grande” y los chicos se sientan en el suelo y se despojan de su timidez y de sus defensas para disfrutar unos de otros.
Si hace buen tiempo, juegan al fútbol en un campo de hierba junto al río o se tumban al sol a tocar la guitarra.
Comemos todos apretaditos en bancos corridos, merendamos pan y chocolate en la plaza del pueblo y los chats se sustituyen por corrillos a la “puerta de casa” y las risas fluyen.
Y la última noche hacemos fiesta, fiesta con botijos para saciar la sed que da el bailar con los amigos de siempre y con los nuevos, porque en Abioncillo se hacen nuevos amigos.
Y después de muchos Abioncillos, uno se da cuenta de que allí se consigue un objetivo más, algo que tiene que ver con las emociones. Los chicos viven experiencias nuevas que les sorprenden y quedan en su memoria.
- Cómo entrar en un gallinero y correr tras las gallinas, entrar en una cueva y permanecer a oscuras escuchando durante un tiempo los sonidos del silencio, o ver una magnífica puesta de sol en el Valle de la Sangre o comer unas auténticas migas.
- Ver cómo se hace música con dos cucharas o hacer bastones con varas de sauce o ver decenas de buitres sobrevolando los ricos de un cañón, o hacer un programa de radio en directo, emitiendo el trabajo fruto de tu imaginación y de la de tus amigos o bailar todos juntos una danza griega a la luz de las velas.
Todas estas experiencias marcan y sabemos que para bien porque lo hemos podido comprobar durante treinta años.